PASO ATRÁS
Su Santidad el Papa Benedicto XVI ha resuelto acabar con un debate surgido en el seno de la Iglesia, al firmar el sábado pasado el documento Motu Propio “Summorum Pontificum”. Con esto viene a levantar las restricciones impuestas por la reforma litúrgica de 1970 de Pablo VI al uso de la anterior liturgia, promulgada en 1570 por San Pío V según las indicaciones del Concilio de Trento frente al protestantismo.
En resumen, lo que nuestro Pontífice permitirá a partir del próximo mes de septiembre es una vuelta atrás en la liturgia de la Misa: la vuelta al Misal anterior, llamado trentino o de San Pío V, siempre con la consideración de “extraordinaria”. Pero quede claro que no es que se autoricen a partir de este momento las misas en latín, que siempre lo han estado, sino que se autoriza el regreso a la liturgia de Trento. Inexplicable.
Las mayores diferencias que existen son el uso del latín y la posición del sacerdote, que se sitúa de espaldas al pueblo.
Junto a esto, se establece el derecho de los laicos a contar con este tipo de celebraciones en sus parroquias o bien la facultad del Obispo para erigir una parroquia expresa de su diócesis para las celebraciones en rito antiguo.
Me parece un nuevo paso atrás de la Iglesia del siglo XXI. Benedicto XVI nos retrotrae a tiempos en los que, por ejemplo, la mujer era un cero a la izquierda, el cura era parte de la vida política del pueblo, España era la reserva espiritual de occidente y la formación era obligadamente de carácter religiosa.
Soy un hombre de Iglesia, quien me conoce lo sabe, pero estas cosas no llego a entenderlas. Creo que con medidas de este calado la Iglesia, mi Iglesia, no avanza, todo lo más se para, aunque pienso que retrocede.
¿Así queremos llenar las Iglesias los domingos, dando la espalda a "la afición"?
En resumen, lo que nuestro Pontífice permitirá a partir del próximo mes de septiembre es una vuelta atrás en la liturgia de la Misa: la vuelta al Misal anterior, llamado trentino o de San Pío V, siempre con la consideración de “extraordinaria”. Pero quede claro que no es que se autoricen a partir de este momento las misas en latín, que siempre lo han estado, sino que se autoriza el regreso a la liturgia de Trento. Inexplicable.
Las mayores diferencias que existen son el uso del latín y la posición del sacerdote, que se sitúa de espaldas al pueblo.
Junto a esto, se establece el derecho de los laicos a contar con este tipo de celebraciones en sus parroquias o bien la facultad del Obispo para erigir una parroquia expresa de su diócesis para las celebraciones en rito antiguo.
Me parece un nuevo paso atrás de la Iglesia del siglo XXI. Benedicto XVI nos retrotrae a tiempos en los que, por ejemplo, la mujer era un cero a la izquierda, el cura era parte de la vida política del pueblo, España era la reserva espiritual de occidente y la formación era obligadamente de carácter religiosa.
Soy un hombre de Iglesia, quien me conoce lo sabe, pero estas cosas no llego a entenderlas. Creo que con medidas de este calado la Iglesia, mi Iglesia, no avanza, todo lo más se para, aunque pienso que retrocede.
¿Así queremos llenar las Iglesias los domingos, dando la espalda a "la afición"?
6 comentarios:
A lo mejor te suena a chino lo que te voy a decir, pero cada vez estoy más lejos de la Iglesia, si alguna vez he estado cerca, y eso que la Semana Santa me gusta a rabiar.
Pero esto ya pasa de castaño a oscuro...
La Iglesia no consigue modernizarse, todo lo contrario, cada vez se complica más y en lugar de avanzar, como bien has dicho, retrocede.
Esperemos que no retroceda en demasía, que la Inquisición no está muy lejos.
Un abrazo.
En mi opinión, que también soy hombre de Iglesia, la Iglesia tiene algunas que otras asignaturas pendientes. Esto que cuentas Miguel es claramente un gran paso atrás a mi juicio. La iglesia actual debe adaptarse a los tiempos en la justa medida si no, mal vamos.
Pues yo siento disentir. O no, en realidad no siento disentir. Yo también soy "hombre de Iglesia", si por eso se entiende profesar la fe católica, ir a misa cuando "toca" y, sobre todo, tratar de cumplir aquello de "a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo". En ese sentido, no veo qué problema hay en que se pueda, de vez en cuando, asistir a una misa en latín. Si eso es dar un paso atrás, ¿cómo consideramos entonces las barroquísimas formas de la religiosidad popular? Y que conste que me encantan, son formas de la liturgia: hermosas formas de la liturgia. Los pasos atrás (y adelante) se manifiestan, a mi juicio, en las cuestiones de fondo. Y decir Et cum spiritu tuo en vez de Y con tu espíritu no me lo parece, la verdad. Dicho lo cual, evidentemente la Iglesia atraviesa una crisis bestial que no se va arreglar con esto, ni creo que sea lo que se pretende. Es bueno que haya debate entre los que creemos que una sociedad sin Dios es peor. Así que: ¡que tengas unas vacaciones divinas!
No estoy de acuerdo contigo en esto, me parece que le das una dimensión extraordinaria a algo que no la tiene. Se trata sencillamente de facilitar una liturgia "pasada de moda", tal vez (si es que en esto hay modas), pero que tiene también su belleza y su sentido. Al hilo de la pregunta con la que cierras tu texto, el cura da la espalda a la afición, vale; pero le da la cara a Cristo. Todos miran en el mismo sentido. Eso, simbólicamente, no está mal.
La iglesia católica se divide hoy en el ala izquierda progresista, la derecha tradicionalista y la corriente mayoritaria que emana del Concilio Vaticano II. Muchos católicos del ala izquierda liberal predican hoy diversas teologías de liberación que justifican la revolución política. Algunos están muy próximos a adoptar los puntos de vista marxistas y hasta justifican la revuelta armada. Sin embargo, el fundador del cristianismo les dijo a sus discípulos: “No sois del mundo, porque yo al elegiros os he sacado del mundo”. “Mi Reino no es de este mundo.” Juan 15:19; 18:36
Muchas personas sinceras están abandonando el sistema religioso de la cristiandad.Han lleguado a la conclusión de que la iglesia católica está en un error, sintinedose desmoralizados y profundamente perplejos.
Yo, Un servidor me he dado cuenta de que, después de cincuenta años de servicio activo en el seno de la iglesia católica, no sabía nada de la Biblia, aunque la tenía.
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