sábado, 30 de mayo de 2009

TRILOGÍA DEL ROCÍO (1ª parte)

Sé de una fotografía en el salón de una casa, en la que a una romera de Triana le caen unas lágrimas por sus mejillas. Tuve la indiscreción de preguntarle un día y ella misma me contestó que, a pesar del tiempo que había pasado, sabía el porqué de su llanto en ese momento. La foto, naturalmente, no sabía que se la estaban haciendo.

Sé también de una letra de sevillana, en la que hablan de un hombre que recoge lirios en el campo para la carreta de Sevilla. No es ciertamente así, pero muy parecido: que yo conozco a alguien que dedica su tiempo cada año a pensar qué flores va a llevar el Simpecado de su Hermandad en cada uno de los momentos importante del camino. Después, quienes sólo intuyen amistad y nunca familiaridad, me hablan de su buen gusto al adornar la carreta del Salvador. Y a mí, como es lógico por ser como mi hermano, se me llena el alma de orgullo.

Sé también de otra a la que le gustaría ir, pero ahora no puede. Una absurda dolencia desde hace meses la tiene coartada de esas muchas cosas habituales que todos hacemos, y el camino del Rocío sería mucho pedirle ahora a su cuerpo. Por ello, en su blog, cuenta cosas de la Hermandad de Espartinas con la que tantas veces ha peregrinado, como si estuviera allí mismo.

Sé de una niña -casi ya no tan niña- que cuenta los años por romerías. Ya procura traer buenas notas, para que se traduzcan en bata rociera, coro, camino y todo eso. Guardamos fotos en mi casa de ella, de su primer Rocío, cuando a su padre (el de antes, el de las flores al Simpecado de Sevilla) casi ni le llegaba a la cintura. Hoy casi ya lo rebasa en altura.

Se de un matrimonio -jerezano él, trianera ella- que llegando mayo desempolvan matas de romero de su alma y aunque ahora cortos de días por mor del destino, no dejan de visitar la aldea para rezar por los suyos y con los suyos y por la que será muy de ellos, sobrina postiza de parentela pero íntima de cariños y alegrías, a la que no faltarán lazos de colores para el pelo.

Se de quien nunca fue en fiestas de Pentecostés, pero le gustaba que la llevaran “un dominguito cualquiera” a ver a la Virgen. Así lo hizo muchas veces. Así lo teníamos planeado, pero se nos escaparon los días por entre los dedos. Lo absurdo de mi vida me alejó de lo importante de la suya, que sin darme cuenta era lo importante de la mía. Sabe Dios que me arrepiento de no haber encontrado el hueco. Cuando la llevé fue para que se quedara siempre allí, donde la Marisma es remanso de paz.

Sé también de los que gustan presumir de traje nuevo y caballo; carriola, charré y casa; polainas y caireles; medalla y guitarra; lacayos y cocheros; los que llevan la bandera de la fe del todo vale; de lo que legalmente no valdrá nunca y de lo que honestamente no vale nunca nada. También tienen nombres y apellidos. Yo me sé y me conozco a algunos. Y lo malo es que la Virgen también los conoce.

Sé de una fiesta que me sigue impresionando cada año, que no me llama pero sí que me sisea. De lejos. Y me hace un guiño en las esquinas del alma, donde se me esconde, como una niña traviesa, como una novia enamorada. Una fiesta que me enseña lo mejor de ella, sí, y que quiere ocultarme sus pinceladas grises que sabe que existen, porque aunque al amparo del manto de la Virgen, la hacen (¿la hacemos?) los hombres.



El Rocío, mi Rocío es una obra de arte. Es un cuadro en el que, de lejos, contemplo la belleza de la pintura expresada: la profundidad, la perspectiva, los matices de los colores, la composición de las formas y los detalles que el autor quiere enseñarme. Pero en la distancia justa de verlo. Un cuadro en el que, al acercarme a sólo unos centímetros, descubro los brochazos mustios que dio el pintor en su faena, hebras del pincel olvidadas marcando surcos sin sentido, miedo al error en la mezcla de colores, ausencia total de nitidez, imperfección propia de la factura. Y veo -y siento también- que no me gusta tan de cerca, casi tan desde dentro. Y que además no logro entenderlo. Que noto la torpe unión de todos los matices al tenerlos tan cercanos; esos matices que crean el color real y la forma apropiada que me ofrece la lejanía. La lejanía de la visión, esa que a mí tanto me gusta.

Hoy sábado, unos a punto de llegar, otros ya allí, los imagino a todos. Los imagino pero no sé bien que hacen, aunque sí se bien qué piensan. Ellos son los que forman estos pedacitos de mi Rocío

Sí, mi Rocío, que también yo tengo en el alma una marisma.

Yo no tengo a Castilleja esperándome ni mis ojos conocen la cal de los muros de Cuatrovitas. Yo no tengo un Quema que cruzar, ni un Puente del Ajolí por mucho que me lo busque. No conozco la finca El Caoso, por muy cercana que profesionalmente la tenga, ni estuve nunca en Torrequemada. En mi casa no guardo ninguna cinta, ni verde ni blanca, que no tengo sombrero al que ponérsela. No recuerdo pisadas dejadas en las arenas, ni mis noches se vistieron nunca de estrellas en el firmamento, al calor de una candela. Mis medallas sólo saben estar ocultas bajo antifaces de penitencia, ninguna de ellas huele a mata de romero, sólo están bien perfumadas de incienso. Yo no tengo más raya que las mil que se dibujan en el tejido de mi chaqueta de verano. Ni dejo escapar lágrimas cuando veo en el horizonte la espadaña de una ermita, porque de lejos ni la veo ni la conozco. El único Palacio del que tengo noticias es del de Medinaceli, que no tiene cigüeñas, sólo palomas, que ni tan siquiera son blancas. Solo conozco una reja, aquella que me enseña una Ventana que no tengo ni que decir cual es, en la que me apoyo para pedir por todos ustedes, para que Él también os conozca. Y mi padre me dormía con sonidos de tambores, que no de tamboriles, y nunca me contó una leyenda de perros ladrando en el hueco de un reseco acebuche.

Pero sé que tengo un Rocío, mejor que el que pudieran imaginar muchos de los que se jactan de llamarse rocieros. Porque mi Rocío es como yo quiero que sea, que por eso la Virgen lo quiere y me deja. El Rocío de una conversación escuchada, un gesto descubierto, un deseo adivinado o una mirada robada a unos ojos llenos de fe.

Mi Rocío es mi Rocío. Tan mío como de ustedes, porque en realidad no es el mío, sino que es el vuestro.





Próxima entrega: 23 de mayo de 2010. Domingo de Pentecostés.

domingo, 24 de mayo de 2009

UNA JOYA ROCIERA RECUPERADA

Este blog se hace eco de la presentación de un libro, que tendrá lugar durante la semana en la que los rocieros de la capital comenzarán a partir hacia la Aldea del Rocío. En concreto el lunes 25 de mayo.

El libro en cuestión lleva por título “Crónica de la coronación de Nuestra Sra. del Rocío”. Se trata de la reedición de la obra escrita por Ignacio de Cepeda Soldán y que ahora se reedita al cumplirse los 90 años de la Coronación Canónica de la Santísima Virgen del Rocío.

En 1923 tan solo se editaron 250 ejemplares de la misma y si tienen buena vista podrán observar, en la imagen de la portada del libro que ilustra este post, como aparece la inscripción que informaba que “Este libro no se vende”. Curioso, es la primera vez que veo esto en un libro. Claro que en 1923 se trató de una autoedición realizada bajo el cuidado por parte del propio autor.

El libro describe todo el proceso seguido para la Coronación de la Virgen del Rocío, desde los primeros pasos dados por Muñoz y Pavón hasta el propio hecho del acto de la coronación, suceso acontecido el 8 de junio de 1919. Junto a todo esto, la obra se completa con una colección de fotografías de gran valor.

De la mano de Santiago Padilla, estudioso almonteño que no se cansa de aportar luz sobre la historia de la Virgen y de la Romería del Rocío, nace la introducción y prólogo de la obra. Cuenta Padilla en la misma una biografía del autor, uno de los grandes protagonistas de la Coronación de la Blanca Paloma, así como valora la obra aportando un interesante repertorio bibliográfico, de obligada consulta para poder interpretar y analizar todos sus detalles, y la participación y contribución de algunos de sus protagonistas, especialmente de la familia Cepeda Soldán.

Sea, pues, bienvenida esta obra a las librerías de los rocieros y de los que no lo somos, por su interesante aportación a un hecho histórico que marcó la siempre singular historia de la Virgen del Rocío y de todo lo que rodea a esta importante y singular fiesta.




PD.: Espero poder en unos días desearles, con unas letras y a mi manera, buen camino a tanta buena gente cercana a mí que se marcha en estos días, para llenarse de Espíritu Santo. Os lo debo. Sabéis por qué. Por cierto ¿habrá milagro este año...?

martes, 19 de mayo de 2009

PERLAS

Unos dirán que lo de este hombre solo es afan de protagonismo. Otros que era lo esperado de un personaje así. Otros no opinarán, porque callar deben.

A muchos les llamará la atención la decisión tomada. A unos hará que se le revuelvan las tripas y a otros se les dibujará una sonrisa en la cara.

Han pasado catorce años desde que este hombre dejara el bastón de mando de la ciudad. Pero no deja indiferente a nadie, cada vez que toma la palabra para cualquier cosa.

El periodista del diario El Mundo Javier Recio, bragado desde hace muchos años en la información de la política municipal, ha realizado una sabrosa entrevista -género además que el periodista domina como nadie- al que fuera Alcalde de esta ciudad, Alejandro Rojas-Marcos. Si pinchan AQUÍ accederán al enlace de la misma, pero si no la quieren leer entera, al menos lean estas perlas que me he permitido extraer.

“A mí me llamó el alcalde y me dijo: ‘Hemos pensado darle una medalla a los alcaldes democráticos’. No me habla nada de méritos personales de cada uno, me lo plantea como un paquete. Y a mí no me parece adecuado ese criterio.”

“Nos dan una medalla por haber tenido un cargo. Me imagino, entonces, que habrá que darle la medalla a todos los alcaldes que vengan detrás, incluido Monteseirín

“Nosotros no hemos inventado la democracia. Antes de la dictadura, ya hubo una democracia en España. ¿Tenemos que tener una medalla los alcaldes democráticos de ahora y no los de antes? ¿Somos nosotros más democráticos que los de antes?”

“Soledad Becerril, muy en su estilo, ha venido a decir:
‘ni sí ni no’ y ha hecho mutis por el foro. Del Valle, ‘aquí me han puesto, aquí me quedo’. Luis Uruñuela ha tenido la respuesta más inteligente: ‘yo me la merezco y la acepto’

“Eso del boato no me interesa nada. Mi madre nos decía a mis hermanos y a mí que, en cuanto a relaciones sociales, éramos unos zulús

“La actitud del alcalde en este caso no es más que el reflejo del medalleo increíble de esta ciudad. Medallas, placas, yo te la doy a ti y tú me la das a mí... ¡Es algo espectacular! Medalleo generalizado, medalleo global.

“El progreso de una ciudad o de un país está en la dialéctica que se mantiene entre el poder y el contrapoder, que son los agentes sociales (…) Pero cuando hay un maridaje entre uno y otro, eso es la decadencia, la parálisis. La expresión de ese maridaje en Sevilla se constata cuando el año pasado el Ayuntamiento da la medalla en un paquete a CC.OO., a UGT y a la CEA. ¡Esto es una locura! (…) A partir de ahí, ya no son agentes sociales, son agentes del poder y la sociedad queda bloqueada”.

“Fíjese en las fotografías que aparecen en los periódicos en los acontecimientos de la ciudad, en la Semana Santa, en la Feria... Siempre son los mismos desde hace veinte años.

“Una ciudad tiene que generar personalidades, incluyendo gente con veintitantos años, eso hay que provocarlo. Pero aquí, en lugar de generar personalidades, mantenemos personajillos

“Sevilla es hoy una ciudad decadente y vulgar. No hablo de la decadencia digna de lo antiguo, sino de la que deriva de la dejadez, de la vulgaridad, del bloqueo de las estructuras para que nada cambie”.

“Esto no tiene más solución que la agitación social de abajo a arriba”.


Juzguen ustedes mismos.


Quien me conozca sabe que comparto muchas opiniones de las que ha dicho.


Como también sabe -el que me conoce- que ni tan siquiera soy sopechoso de ser del PA.





Foto: Gentileza de Conchitina, redactora gráfica de El Mundo

domingo, 10 de mayo de 2009

TERROR vs. ESPERANZA

Se abre una esperanzadora etapa en el País Vasco. El nuevo lehendakari, Patxi López, empieza a dar muestras desde el primer momento de gobierno: promete que ETA no tendrá espacio en la comunidad.

Cierto es que la voz de los vascos ha sido la que ha hablado, quizás tímidamente, pero ha sido un paso necesario para lo que se espera que sea una convivencia más pacífica e incluso sin tantos sobresaltos por la supuesta alineación que se venía produciendo de los nacionalistas hacia otros sectores de la sociedad vasca.

El pacto PSE-PP llena Ajuria Enea de nuevos aires, entiendo y espero que más cargados de convivencia democrática dentro del estado de derecho, alejada del terror y de la constante amenaza de la autodeterminación a las bravas que se pretendía en los últimos tiempos.

Juan José Ibarretxe, tras diez años en el sillón, deja no solo la presidencia sino que presenta su acta de diputado y abandona el parlamento vasco. Quizás sea vergüenza política, quizás sea resentimiento o quizás sea que recibiera la “recomendación” por parte de la cúpula del PNV de hacer esto. Sea como sea, tómese como mi opinión personal, este indeseable señor es lo mejor que ha podido hacer.

Temo, al igual que muchos de ustedes, una respuesta de la banda terrorista en forma de atentados, como hacen siempre. El hueco en aquella bonita tierra cada vez se le va quedando más pequeño. Les comienza a faltar aire y espacio, aire y espacio robados a la convivencia en paz y que nunca fueron suyos.

Patxi López no ha tenido los aplausos de los nacionalistas en su toma de posesión. El silencio fue la respuesta de los peneuvistas, ese mismo silencio que han mantenido a lo largo de muchos años en los que el pueblo vasco lo único que sabía hacer era llorar de rabia, miedo, impotencia y tristeza. Creo que ya por fin esto se empieza a convertir en historia, en tiempos pretéritos. Los tiempos en los que los pactos de gobierno -tan criticados ahora por el PNV- se hacían con la serpiente y el hacha. En contra de esto que digo, el nuevo lehendakari sí que ha tenido otras lágrimas, en este caso de esperanza y de alegría en los ojos de personas como Maite Pagazaurtundua, que me hacen entrever el cambio que muchos vascos esperan.

Ojalá y no se equivoquen.

Ojalá y todo sea distinto a partir de ahora.

Se lo merecen. Nos lo merecemos.




PD: El enlace en el nombre del nuevo lehendakari da acceso a su web personal. Muy interesante, por cierto.

martes, 5 de mayo de 2009

¿QUÉ FIRMAMOS? ¿QUÉ PEDIMOS?

Salvo los cinco imputados en el supuesto homicidio, a todos los humanos (he dicho humanos) nos agobia la idea de no saber dónde está el cuerpo de Marta de Castillo.

Intuyo el desánimo (por llamarlo de alguna forma) de los padres, de sus familiares y de sus amigos de verdad. Intuyo la sensación de impotencia de la policía, que creo que han realizado un trabajo espectacular. Intuyo la angustia del juez, que tendrá que buscar nuevas líneas de investigación y que debe tener la sensación de que estos sinvergüenzas se están riendo no solo de él, sino de todo el sistema judicial. E intuyo la angustia política de los políticos, a los que este caso les puede pasar una factura aun sin ser utilizado por la oposición como arma arrojadiza. (Por cierto, mensajito al PP para que no utilice esto políticamente, por favor).

Todo esto lo intuyo, aunque no alcanzo a ponerme en la piel de ninguno de los actores de esta macabra historia. Ni tan siquiera en la de los cinco imputados.

La lejanía del caso me hace reflexionar sobre el porqué de este desagradable capítulo. Sin sentirme acérrimo admirador de los americanos, reconozco que algunas cosas las hacen bastante bien. Si su forma de actuar ante casos como este es idéntica a la que nos muestran en series de televisión (por ejemplo, la serie “Sin Rastro”) es evidente que las primeras 24 horas son de vital importancia para el hallazgo de una persona desaparecida o bien para encontrar las evidencias necesarias para la resolución del caso en el menor tiempo posible. Eso por no hablar de máquinas que no se estropean nunca.

Me lleva todo esto a reflexionar como decía sobre el problema, que puede que esté en el legislador o en las personas que han llegado a dictar los actuales protocolos de actuación policial que ahora parecen erróneos o al menos no lo suficientemente eficaces. Una desaparición no se considera como tal hasta que no han pasado 72 horas. Bien es cierto que, de no existir este freno, toda la policía de este país estaría cada día buscando a esos maridos aburridos y granujas que van a comprar tabaco y se corren una juerga de una noche. Pero como sigo defendiendo a las fuerzas y cuerpos de seguridad, porque creo en ellos y porque no suelen ser tontos en su trabajo, creo también que saben discriminar, en un primer análisis, qué tipo de caso se traen entre manos. Y lo de Marta, a todas luces desde el minuto uno por la actitud de sus padres, al policía más torpe no le hubiera olido bien.

Por ello, me parece respetable que se pidan firmas para la cadena perpetua por parte de los familiares y amigos de Marta del Castillo, pero quizás habría que empezar la casa por los cimientos y que la iniciativa, a partir de este caso, fuera de nuestros sesudos gobernantes y de los técnicos competentes en la materia. Se anotarían un magnífico punto a su favor, cara a la opinión pública, si admiten que el caso de Marta del Castillo debe suponer un antes y un después en todo el proceso de investigación de desaparecidos.

Es doloroso que una chica tenga que morir para algo se arregle. Pero al menos que su muerte no caiga en saco roto y no nos quede la duda que NUNCA volverá a pasar.

Que aparezca su cadáver, que sea pronto y que sirva de escarmiento para todos.


PARA TODOS.