martes, 27 de enero de 2009

MARTA


DESAPARECIDA
MARTA DEL CASTILLO CASANUEVA
17 AÑOS DE EDAD

DESAPARECIÓ EN SEVILLA LA NOCHE DEL SÁBADO
TRAS SALIR CON SUS AMIGOS

SI ALGUIEN LA VE, POR FAVOR COMUNÍQUELO A LA POLICÍA O A LOS TELÉFONOS

610.742.839 - 954.417.922

viernes, 23 de enero de 2009

¡SE LEVANTA EL TELÓN!

Dentro de sólo unos minutos, a las 10 en punto de la noche, comenzará un año más el Concurso de Agrupaciones del Carnaval de Cádiz 2009. Como viene sucediendo desde hace ya algunos años, las preliminares -las que hoy empiezan- se adelantan hasta el mes de enero por el elevado número de agrupaciones inscritas, un total de 145 entre chirigotas, comparsas, coros y cuartetos. La suerte, por tanto, ya está en juego para estas agrupaciones de adultos que participarán en esta edición. Esta fase concluirá el 6 de febrero. A partir de ese día y hasta el 20 de febrero, fecha de la final, seguiremos oyendo coplas, con una mejor y mayor selección en las agrupaciones participantes.

Desde este blog iré dando cumplida cuenta de lo que la radio lleve a mis oídos, aunque lo haré a partir de la siguiente fase, o sea a partir del 6 de febrero. Con la opinión personal de lo que me parece cada una de las agrupaciones que pasen el primer corte. Comenzará entonces la época en la que mis horas de sueño se reducen, pero da igual porque esto es sólo una vez al año.

Ojalá disfrutemos con buenas letras y buenas músicas. Eso es lo que espero, igual que todos los aficionados a esto, aunque como siempre el concurso tendrá sus sombras y sus colores grises. Está hecho por hombres y mujeres, con sus virtudes y sus defectos.

Aquí dejo una letra del año 2001, donde Antonio Martínez Ares le suplicaba al mes de febrero que fuera benévolo con el Carnaval. No tiene desperdicio para comenzar ya a vivir el Concurso.


Ha llegado Febrero; el rey de la alegría.
Ha llegado la fiesta; la reina de la hipocresía.
Autores que se odian hasta el punto de hipotecar sus almas,
amigos contra amigos, legales contra charangas.
Chirigotas sobre comparsas, los locutores y sus venganzas,
la humillación en los escenarios.
Gallinero contra cantantes, las costureras contra los sastres,
las viejas glorias en los diarios.
Y cuarteteros contra coristas, la capital contra la provincia.

Censura contra verdad, todo el peso de un antifaz
contra un pobre chirigotero.
La envidia a flor de piel, pasodobles contra cuplés,
copleros contra copleros.
Contra el jurado todo un pueblo, por ir contra su conciencia.
El arte contra el dinero, nadie contra la reventa.

La calle contra el Pregón, quien ganó sobre quien perdió,
viejos contra la cantera.
Terminemos de reventar esta gran casa de locos.
Ten, Febrero, compasión: te los suplica este bufón
...apiádate de nosotros

Comparsa “La niña de mis ojos”
Autor Letra y Música: Antonio Martínez Ares
Carnaval 2001



P.D.: Para Antonio (Callejón de los Negros) que ya reclamaba esta tarde en el post anterior, una entrada sobre los Carnavales. Estaba escrita, aunque no colgada, antes de su solicitud.


Foto: Propiedad de M. Andréu




sábado, 17 de enero de 2009

CONCIENCIA PROPIA

Anoche asistí al homenaje que las Hermandades y Cofradías de Sevilla tributaban a don Manuel Román Silva, presidente durante ocho años del Consejo de Cofradías y hermano mayor que fue de mi Hermandad de San Esteban.

Se alabó, en las palabras que se desarrollaron a los postres de la cena -que congregó a más de 600 personas- la figura de Román. Fueron muchas las bondades que del mismo se destacaron -como no podía ser de otra manera- y que se dirigieron a su persona. Todas, a mi humilde entender, justas y bien justificadas.

Al término de la cena, cuando ya el hielo de un vaso largo tintineaba entre mis dedos, pude saludar a numerosos conocidos del mundo de las cofradías. Y aquí va la sorpresa, cuando hice un aparte con alguien al que hacía mucho tiempo que no veía, y entablamos a solas una interesante conversación, donde me dijo cosas como estas sobre el homenajeado.

- “Puedo decirte, en la confianza que me brindas, que sé que a Manolo Román lo tengo siempre al otro lado del teléfono, pero no para banalidades. Cada vez que he tenido un problema serio en mi vida y no precisamente relacionado con las cofradías, le he tenido ahí. Quizás sea por eso por lo que estoy aquí esta noche.

Noto que no solo me aprecia, sino que me quiere, a mí y a los míos. Desde hace años ya. Te podría contar innumerables detalles conmigo y con mi familia, pero para muestra un botón: hace años, sin conocer de nada a mi padre, una mañana en la que estaba ingresado en el Virgen del Rocío, Manolo apareció por la habitación a interesarse por su estado. Quizás cualquiera no le dé importancia, pero te aseguro que yo sí se la di.

Ha seguido mi evolución laboral durante años. Y se ha alegrado cuando le he contado alguna mejora, animándome a que siguiera por ese camino. La suerte, además, jugó en cierta ocasión de su lado: era yo aún un jovencito que quería hacer méritos en la radio cuando recibí la llamada de la Cadena Ser para incorporarme al equipo de Semana Santa. Aquello era para mí, en aquel entonces, un importante logro. Y casualmente, la siguiente llamada, con unos pocos segundos de diferencia, fue de Manolo, que sin saberlo, me telefoneaba para otro asunto y casi se entera en directo de mi fichaje por esa emisora. Yo no sabía que toda aquella Semana Santa me estuvo escuchando. Y en la madrugada, tuve la suerte de contar el tránsito del Gran Poder por la calle que lleva su nombre. Un parón de la cofradía me hizo tener al Señor delante mía por más de cinco minutos, mucho tiempo como comprenderás, en el que no dejé de contar lo que estaba viendo: el Señor de Sevilla, sólo para mí. Manolo, con sus hijos aún pequeños y sin pertenecer aún al Consejo, me siguió desde su domicilio con la radio puesta. Y al terminar la Semana Santa le faltó tiempo para llamarme y decirme algo así como que mi voz le había llevado al Gran Poder hasta su casa. Se deshizo en elogios hacia mí y me lo agradeció. A eso se le llama tener clase ¿no crees?. Esas cosas te dan fuerza, mucha fuerza.

Siempre ha tenido conmigo una disposición absoluta, abriéndome puertas con su influencia que se me resistían. Eso no lo hace todo el mundo, te lo aseguro. E indicándome, en ocasiones, el camino a seguir ante cualquier disyuntiva que se me planteara. Por eso, tal como te decía antes, he acudido a él sólo para cosas importantes. Porque su consejo era sabio y sincero.

¿Te acuerdas el día que me casé? ¿Te acuerdas que él estaba allí? No puedo olvidar que a mi mujer y a mí nos dijo algo que no hemos olvidado: que teníamos en nuestros padres el mejor referente de lo que tenía que ser nuestra vida. Y te aseguro que no se equivoca. Claro que teniendo los padres que él ha tenido... Porque a su padre lo conocí: y todo lo que tenía de alto lo tenía de buena persona. Era un hombre encantador, en las pocas veces que pude conversar con él. Y su madre con su nombre lo dice todo: Felicidad. ¡Vaya una señora!

Pero también ha habido momentos menos agradables. Y Manolo también ha estado ahí. ¿Sabes que mi mujer y yo pasamos por un proceso clínico, en el cual el gasto farmacéutico que teníamos era de casi veinte mil duros a la semana, durante al menos tres meses? No te tengo que decir qué farmacia nos proporcionó todas esas medicinas, ni tampoco la comodidad con la que hicimos frente a esos pagos. Si hasta se enfadaba con nosotros cuando íbamos a llevarle dinero…

Si todo esto no es suficiente para que hoy estemos aquí, pues que venga Dios y lo vea…

Y eso por no hablarte de Mari Carmen. Sí, ya sé que puedo recurrir a la manida frase que ha dicho en su discurso Adolfo Arenas: que detrás de un gran hombre hay siempre una gran mujer, pero me quedaría corto. Para hablar de Mari Carmen yo prefiero referirme a ella con otra frase también muy habitual: esa mujer está hecha de otra pasta. ¿Qué tiene su sonrisa, tan dulce como la carne de membrillo de su pueblo? Ja, ja, ja.

Y sus hijos, que no han parado esta noche de agradecernos el que estemos aquí. ¡Pero qué equivocados están! Acaso soy yo el que les tengo que agradecer que se sigan acercando a nosotros y nos den abrazos y besos como si fuéramos parte de su familia…

Ahí lo tienes. Se le nota feliz esta noche. Se lo merece. No es para menos, porque sabe que está recogiendo lo que ha sembrado. Y porque tiene la satisfacción del trabajo bien hecho. Pero te insisto, que si estoy aquí no es por que él ha sido presidente del Consejo durante ocho años. Es por algo más, por mucho más. Y sólo te he contado la punta del iceberg.

Algunas veces pienso si yo habré sido igual de buena persona con él. Y si habré sabido estar a la altura. Si no lo he estado, él seguro que me perdonará. A veces las circunstancias, mis circunstancias, no han sido las más propicias. Creo que lo entenderá. No sería mal momento, ahora que se ha liberado de algunas de sus obligaciones, de que me sincere con él, con un café de por medio. Lo llamaré, cuando pasen algunos días… Me lo pide mi conciencia”

- Oye, quería en mi blog escribir algo sobre Manolo Román. Tú sabes que estuve con él en la Junta de Gobierno de San Esteban. Pero… ¿puedo contar todo esto que me has contado? Porque me lo has dado hecho.

- Sí, pero no pongas mi nombre. Aunque si él lo lee, seguro que sabe que soy yo… Por cierto, ¿cuál es la dirección de tu blog?

- Toma, sostén mi whisqui y apunta. Y Manolo no creo que entre en mi blog, sino me lo hubiera dicho alguna vez…




Foto: Diario de Sevilla

martes, 13 de enero de 2009

LA DI-PUTADA NEBRERA

Hasta a los de su propia casa les ha hecho saltar la señora di-putada Montserrat Nebrera, después de su “acertada” intervención sobre el acento de la Ministra de Fomento, la andaluza de nacimiento gaditano y circunscripción malagueña Magdalena Álvarez. Esta señora ha conseguido que por un instante, yo aplauda el gesto de Javier Arenas de no consentir semejante desaire hacia el habla de todos los que vivimos por aquí abajo.

Cierto es que desde el primer momento en que saltó la polémica, estuve completamente seguro -al igual que muchos de ustedes- que la señora di-putada Nebrera saldría con aquello de “no me han interpretado correctamente” o “el contexto es distinto”: vamos, que donde digo digo, he querido decir Diego. Lo políticamente correcto.

No sé, pero se me ha venido a la memoria algo que mi padre me ha contado en muchas ocasiones y que creo haber relatado ya en alguna ocasión en este blog. No por ello dejo de contarlo una vez más, porque la ocasión lo brinda.

El protagonista fue un actor catalán, con un cerrado acento de su tierra, en la interpretación de Don Juan Tenorio. Al pronunciar la famosa frase de la obra de Zorilla que dice aquello de “…llamé al cielo y no me oyó…”, un guasa -de los de la guasa sevillana- le dijo desde el gallinero: “Sí te oyeron, joputa, pero no te entendieron”. Todo el teatro, tras esa ocurrencia y como era lógico, se convirtió en una única carcajada.

Por eso, prefiero seguir entendiendo correctamente a aquellos que hablan y escriben para los que los entendemos de por aquí, entiéndase como ejemplo al Moe de Triana y que por supuesto él me entienda a mi, con su habla muy entendible para los que entendemos de verdad que nos quiere dar a entender. Dicho esto, entiéndanme, por tanto, que no me importa que la señora di-putada Nebrera -que entiendo que tiene una pinta de pija que tira de espaldas- no nos entienda a nosostros, mientras que yo siga -insisto- entendiendo lo que debo entender y entre otras cosas porque a mi no solo no me interesa entenderla, sino ni tan siquiera escucharla (y a ver quien pone de pie este “entendimiento”).

Los andaluces, para un buen número de españoles que residen en Cataluña, seguimos siendo de segunda división, algo así como la gente del pueblo, con la diferencia que aquí sabemos vivir mejor que allí.





Aunque ya lo dice la expresión popular “¡Qué lista son la gente de los pueblos!”



P.D.:
1.- Lamento los errores ortográficos que pueda tener el texto. Tengo un problema en el ordenador que me inserta un guión (-) en el sitio menos adecuado.
2.- Es curioso: el Word al escribir la palabra “Nebrera” me lo corrige automáticamente y me pone “Negrera”. Lo que son las cosas…

lunes, 5 de enero de 2009

LO QUE EL OJO NO VE

Cada 5 de enero suelo ver la Cabalgata de Reyes en dos ocasiones: la primera de ellas con un grupo de amigos, donde me rio bastante con las ocurrencias de muchos de ellos; y la segunda a solas con mi mujer, ya camino de la entrada de la misma. Si hay algo que distingue a estas dos "visiones" de la Cabalgata es el llevar o no llevar las gafas puestas. Me explico. En la primera ocasión, suelo estar en segunda o tercera fila y por miedo a que un caramelazo me deje sin esa prolongación tan necesaria de mis ojos, mis lentes pasan a estar bien resguardadas en un bolsillo. En la segunda "contemplación" del cortejo, me suelo posicionar un poco más alejado de las primeras filas y con las gafas donde deben estar -sobre mi nariz- y así poder ver mucho mejor cómo son las carrozas y admirar otros detalles que, por mor a la falta de mis cristales graduados y la bulla del momento, son imposibles de contemplar la primera vez. Cosas de la edad, supongo, esto de las gafas.

Lo cierto es que por la concurrencia de los hijos de los amigos con los que veo la Cabalgata la primera vez, se dan cada año muchos detalles que son más para ver con algo que no son los ojos. Este año, quien ha brindado este detalle a todos los que estábamos allí ha sido una pequeñita de no más de cinco o seis años de edad y de nombre Blanca. Les cuento, si soy capaz de describir el momento -momentazo de la noche-, porque no ha tenido desperdicio y aún, al recordarlo, me pone la carne de gallina.

La niña en cuestión estaba en los hombros de su padre, uno de los habituales del lugar. Ha llegado un momento en el que un beduino, sin duda conocido de su progenitor, se ha acercado hacia ella y le ha entregado una carta. A la niña se le ha cambiado el rostro. Una vez abierto el sobre, en una carta personalizada, Su Majestad el Rey Gaspar le decía algo así como que "ya había leído su carta" y otras varias cosas más. Ha sido, para mí, como digo el momentazo de la noche: ver los ojos iluminados de esa niña que de verdad creía que todo aquello era real. A esto se llama ilusión. Ilusión limpia y sincera de un niño.

No me han hecho falta las gafas para verlo. He visto todo lo que tenía que ver y he pensado que ya tenía el enganche, la percha, para este post. Qué más quisiera que poder contar con otras palabras el escalofrío que me ha transmitido la mirada de esa niña, pero siento no poderlo decir y contar de otra forma.

Al acabar de pasar las carrozas, le he pedido que me dejara ver la carta, ante la mirada socarrona de sus padres. Y por supuesto le he dicho la suerte que ha tenido por recibir la respuesta de su Rey. Llevaba la carta muy pegada al pecho, cogida con sus dos manitas -deditos casi sin uñas- y mucho me temo que me la ha dejado leer porque me conoce, que si no fuera así no la hubiera soltado. Estoy seguro que aún ahora, cuando escribo este post, si los nervios de la noche la dejan dormir, la seguirá teniendo muy cogida con sus manos o cercana a la cabecera de su cama. Sabe que su Rey se ha acordado de ella.

¿Cuánto vale la ilusión de esta niña? Si no tiene precio para mí el haber podido contemplar este detalle, su ilusión tampoco la tiene, ni la de sus padres.

Si algún día, dentro de muchos años, llegas a leer esto, quiero que sepas Blanca que a Carmen y a mí nos has hecho revivir en un instante, sólo con ver tus ojos, la ilusión de cuando éramos niños. Pero aún nos has dado, sin saberlo, un regalo mejor, algo que nos importa mucho más: nos has aventurado todo lo bueno que nos espera por delante, cuando quizás ya en la próxima Cabalgata, tú nos veas allí, en el mismo lugar de cada año, pero con un niña como tú entre nuestros brazos. Esta noche has sido, Blanca, nuestra Estrella de Oriente de la Ilusión.

Sé también que a tu padre y a tu madre no les importará que dentro de algún tiempo, también busquemos a un beduino amiguete y les copiemos la ocurrencia...





...aunque, en esta noche de ilusión, nos asalta una duda ¿seguro que el beduino era un amigo de tu padre o de verdad esto ha pasado porque....?