domingo, 21 de diciembre de 2008

lunes, 8 de diciembre de 2008

ANTIGUO Y DE OCASIÓN

El mes de diciembre me gusta por muchas cosas. Comienza con unos días de fiesta por la celebración del día de la Constitución y después el día de la Purísima -así me gusta llamarlo-; el día, casi a mediados de mes, de la Esperanza; y finaliza con la Navidad y todo lo que la misma conlleva.

En este puente -o días de fiesta- en los que nos encontramos ahora mismo, la Plaza Nueva se llena de páginas que leer, de libros que en su momento por algún motivo no compré y que ahora como cada año la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión me brinda la oportunidad de hacerlo. Oportunidad que, como verán, no desperdicio.

Pero antes de hablar de las adquisiciones de este año, quiero contar lo que he notado en dos largos paseos -de sábado y domingo- por el centro de la ciudad.

Se respira ya el aire navideño en las calles, alumbradas con motivo del solsticio de invierno que diría "el de la pipa", que por cierto se ha apuntado al carro de aparecer en la foto del encendido del alumbrado navideño. A este no hay quien le entienda. Pero no quiero desviarme. Decía que se respiraba aire de Navidad, con las calles llenas y los bares a rebosar: ¿dónde está la crisis?.

Entre los puestos de belenes de San Francisco no había quien andara. En Robles -antiguo Laredo- no había quien entrara. Asomarse al Portal de Belén del Arquillo del Ayuntamiento era toda una osadía. Por Sierpes y Tetuán no había quien diera un paso. Los castañeros, con sus chimeneas de humo, llenaban de una agradable bruma el ambiente: el olor de la castaña asada es agradable, al menos para mí. La cola para coger el Metrocentro era abundante, quizás allí estaban los que tanto lo han criticado... ¡quién sabe! La Plaza Nueva era un auténtico hervidero y ante la mirada del pensador de Rodin algunos payasos que venden globos a los niños con diferentes formas o un coro de campanilleros que suena aflamencadamente... En suma, un ambiente de gran ciudad.

Creo que la Plaza Nueva, con la peatonalización, ha hecho que ganemos todos, que gane la ciudad y que ganen también los que nos visitan. Porque os invito a que hagáis el experimento de pasear en silencio y escuchando lo que se habla a vuestro alrededor: no es extraño oir mucho idioma que no es el nuestro. Buena señal.

Y por fin, la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión, donde me sumerjo por más de dos horas, batallando en silencio con aquellos que se acercan sin saber a qué van y con los que van a lo que tienen que ir; ganando posiciones frente a los mostradores que me ofrecen casi de todo y pendiente de todo aquello que mi mujer me enseña: sabe mis gustos y busca como yo. Me salto aquellos en los que sólo veo cuentos infantiles y tebeos, colecciones demasiado desfasadas, libros de Semana Santa antiguos -aunque no lo parezca no me interesan lo más mínimo- láminas y grabados o novelas rosas. Voy a lo mío, a rescatar, como he dicho antes, ese libro que en su dia no compré o aquel del que hice un préstamo y jamás se me devolvió. Y justo esto ha sucedido este año.

He rescatado dos ejemplares que se corresponden exactamente con estos dos ejemplos. Por un lado, he adquirido -por segunda vez en mi vida- el libro "Aquellos años" de Julio Feo. Para quien no lo sepa o no lo recuerde, Feo fue el Jefe de Gabinete de Felipe González durante sus primeros años como Presidente del Gobierno. Se cuenta en este libro, que volveré a releer después de muchos años, cómo vivió el autor aquella época, la aceleradísima campaña electoral del 82 y la llegada a la Moncloa por primera vez del PSOE. Lo prologa, con exquisito lenguaje, Sabino Fernández Campo.

Por otro lado, he encontrado milagrosamente un libro que en su día se agotó a poco de salir a la luz. Llevaba años buscándolo y hace tiempo que había tirado la toalla. Pero a decir verdad, no lo he encontrado yo, sino mi mujer, que como dije busca casi mejor que yo.

Hablaba con un periodista y bloguero, Fernando García Haldón, sobre su libro a punto de salir (sería una pesadilla no hacerme de él), cuando ella lo rescató de un mostrador y me lo mostró: no me lo podía creer. Su autor es el periodista Ramón Tijeras y su título, nada sugerente para quien no le guste el tema, es "Lobbies: cómo funcionan los grupos de presión españoles". Según la cubierta, es una apasionante visión, un serio análisis y una inédita investigación de estos grupos que, en España, aún no están regulados como en otros países y que actúan en nuestro país camuflados bajo la apariencia de agencias de comunicación y relaciones públicas. Esta noche lo devoro.

Por tanto, la visita a la Feria de este año se me ha dado bien. Dicen que año de nieves, año de bienes. A ver si dura esta suerte. Al menos doce meses, hasta que lo castañeros llenen de nuevo de humo el centro de la ciudad y yo rescate de nuevo alguna particular joya perdida de entre los mostradores de las librerías.




Yo o ella.