jueves, 31 de julio de 2008

CON UNA RISA HASTA SEPTIEMBRE

Aunque no estoy de vacaciones todavía, porque me quedan aún dos semanas de trabajo, cierro esta ventana hasta septiembre, al igual que el año pasado por estas fechas. Los días que me quedan por delante son de mucho trabajo, al igual que las dos últimas semanas, en las que no he parado. Esta es mi peor época: cuando todo el mundo se relaja, yo trabajo más que en otro momento del año.

Cuento los días para que llegue el jueves 14 de agosto, día en el que me olvidaré por un tiempito (¡que palabra más gatuna!) de qué es una corbata y de cómo suena el despertador a las seis y media de la mañana.

Espero no tener que volver a toda prisa, como en agosto de 2007, para homenajear a alguien que se fue. ¿Recuerdan? Antonio Puerta fue la causa. Ojalá no lo hubiera tenido que escribir nunca.

A lo que estamos: me marcho, como el verano pasado, con unas risas del genial Forges. Y por supuesto dando las gracias a todos los que habéis venido por aquí, sabiendo a donde venían o de pura casualidad; a escribir o sólo a leer; o bien a cotillear, que también los hay.

Y gracias muy especialmente a ese grupo de amigos que, en una ocasión y sólo una gracias a Dios, salieron a callar a quien hablaba lo que no debía.

En septiembre espero volver, quizás con leve cambio. Esta ventana también tiene derecho a actualizarse.


martes, 29 de julio de 2008

DIGNIFICAR UNA PROFESIÓN (O UNA VIDA)

Me he cruzado en los años que llevo de ejercicio profesional, con un puñado de expertos comunicadores que me sacaban más de 10 años de edad y experiencia, de los que he intentando aprender algo. A la mayoría de los que conocí en el ejercicio profesional, en la batalla diaria -bien en un medio, bien como consultores- les ha ido llegando la hora de la retirada paulatina para dejar paso a nuevas hornadas de profesionales.

Al llegar a la última etapa de la vida profesional, sé de los que han sido llamados por la Universidad, para perpetuar sus conocimientos y experiencias -las mejores asignaturas de esta profesión y no las que vienen en los libros- a las nuevas generaciones. Otros, que han seguido ejerciendo al pie del cañón, han levantado el pie del acelerador y se han dedicado bien a dirigir, bien a ver las cosas desde otra altura, para desde ahí dejar escrita o dicha su opinión -esa que los mortales nunca vemos- sobre temas de verdadera importancia; y otro selecto grupo se dedica a asesorar a los niveles en los que no llegamos muchos aún, así como a estar siempre dispuestos -esto sí lo sé bien- a ayudarnos en temas espinosos cuando levantamos el teléfono y sabemos que ellos -compañeros al fin y al cabo- están ahí detrás siempre. A cambio sólo nos piden un café y el secreto profesional.

Por eso, cuando veo a Jaime Peñafiel en tertulias chabacanas de corazón y colorín, no me queda otra que sentir algo de pena y de lástima. Peñafiel ha sido, a mi corto entender, uno de los grandes periodistas de este país, pero que no ha sabido acabar bien. Ojo que esto debe quedar en una simple opinión muy particular del que escribe y que, como tantas otras veces, quiero compartir con ustedes.

¿Por qué está Peñafiel en esta absurda posición? No lo sé, pero lo intuyo.

Si yo hubiera sido Peñafiel, les diría que a día de hoy, a mis 76 años, estaría muy tranquilito en mi casa, viviendo cómodamente de mi jubilación y matando el gusanillo de la profesión escribiendo una columna semanal de opinión en cualquier publicación digna de llevar mi firma o quizás escribiendo mis memorias, o dando conferencias, o sabe Dios qué, pero les aseguro que no en una tertulia con una panda de jovenzuelos que no le han dado un palo al agua en su vida. Y por supuesto evitaría ser el hazmerreír de muchos.

Alguien que está licenciado en Derecho por la Universidad de Granada y Periodismo por la Universidad de Navarra; que ha sido reportero de Europa Press, cubriendo acontecimientos como enviado especial tales como el primer viaje de un Papa, Pablo VI, a los Santos Lugares; que fue reportero de guerra en la del Vietnam o la Guerra de los Seis Días; enviado especial a los terremotos de Irán, Perú y Agadir; que recorrió Norteamérica en coche de costa a costa durante tres meses, donde realizó más de trescientos reportajes y tomó cinco mil fotografías; que ha cubierto como informador gran parte de la vida de la Familia Real Española (más de un centenar de viajes al extranjero de los Reyes de España); que ha sido director adjunto, fundador y consejero del diario "El Independiente"… ¿sigo? *

No creo que merezca que se rían de él, aunque él solito se lo está buscando. Creo que es ridículo el verle en los programas de televisión que aparece, criticando a la primera de turno a nuestra Familia Real, con especial énfasis cuando se trata de la Princesa doña Leticia.

¡Cuánto no te ha dado a ti la familia Borbón, querido Peñafiel, como para que ahora le devuelvas con esa moneda!

Me da pena, pero insisto que él ha llegado hasta ahí por sus propios méritos. Cuánto no podría entregar este hombre a las próximas generaciones de periodistas de este país, si hubiera sido honesto consigo mismo. Porque no es malo, ni mucho menos, ser periodista de crónica social. Es tan digno como el periodista que hace local, economía, deporte o tribunales. Sólo un empleo es indigno cuando la dignidad no la aporta la persona que lo desempeña. Y este caso es claro como el agua.




¡Quien te ha visto y quien te ve!...





* Datos obtenidos de la web “La esfera de los Libros” http://www.esferalibros.com/

martes, 22 de julio de 2008

EL ABUELO VERANEA EN URGENCIAS

No salgo de mi asombro tras haber visto las noticias de ayer. Aún sigue habiendo personas (si así se pueden llamar) que a la hora de las vacaciones, dejan al abuelo en Urgencias para que lo cuiden. Tremenda crueldad, no tiene otro nombre.

Me quedé, insisto, estupefacto al comprobar como el portavoz de un Hospital señalaba la cantidad de personas mayores que son abandonadas por sus familias cuando se marchan de veraneo. “El abuelo no cabe en el coche”, decía una de las frases de la periodista que cubría la información. Tremendo, nuevamente.

El portavoz del Hospital se lamentaba, con razón, que este hecho crea un colapso en las Urgencias, porque estas personas no dejaban de estar atendidas por el personal de enfermería y ocupaban una plaza que sería necesaria para alguien que, en realidad, sí necesita el servicio de Urgencias. Más fuerte aún: al contactar por teléfono con las familias, éstas “simplemente no estaban” (sic).

Siempre pensé que esto eran historias que se inventaban o bien casos aislados que se producían con poca asiduidad. Pero, por lo que veo, esta práctica se sigue realizando y más de lo que cualquiera pudiera imaginarse.

No quiero ni pensar cuál será el trato que hijos/as, nueras y yernos, darán al abuelo durante el resto del año. Si son capaces de hacer esto por unas putas vacaciones, durante el año este anciano será sin duda un estorbo más en sus vidas. Como tampoco me paro a pensar -algo señalado por el portavoz hospitalario- el enorme trauma psíquico al que se verán sometidos estos abuelos cuando se den cuenta de la crueldad de la que han sido víctimas y protagonistas.

¿Recuerdan el anuncio del perro abandonado y la frase de “Él nunca lo haría”? Pues lo mismo, pero con personas. Pero en este caso, creo firmemente que el perro no es el abandonado, sino el “abandonador”.





Ojala y no sólo que quemen en la playa, se les parta la sombrilla y les pique una medusa, sino que el sol les pudra su asquerosa vida para siempre.


martes, 15 de julio de 2008

BIENVENIDA A LA VIDA

Tenía que ser ayer, justo al momento en que tu padre contaba horas de vísperas para apagar -o encender- una vela más de su vida, cuando llegaste siendo el mejor regalo anticipado de un cumpleaños.

Tenía que ser ayer, tres días después de celebrar el santo de la que ha tenido durante meses su entraña llena de vida -tu vida-, cuando nacías al calor de tantos, regalo tardío para tu madre, que todos los santos tienen novena.

Fue ayer, cuando la primera catorcena del mes contaba las horas para retirarse, a expensas de calores estivales de la noche y el día, en el justo momento de la tarde en que un trueno se nos antojaba anuncio de vida a todos los que desde la mañana esperábamos una llamada, el momento de verte por fin los ojos y tu piel desnuda.

Fue ayer, que la sinrazón de una tormenta de verano hacía la tarde distinta, como distinta era ya para tus padres y lo será siempre este día, cuando viste la primera luz de tu ciudad, esa que ya desde ahora es tuya, que hasta su escudo llevará tu nombre.

Ahora que estás aquí, quiero decirte cosas, que nadie nos escuche, muy al oído, que por algo dicen que los niños tienen la capacidad de grabar en su memoria, memoria la tuya aún limpia, aquello que se le cuenta en su infancia. Por eso quiero decírtelo hoy, para que se grabe en ti, a fuego de fragua, para siempre.

Verás, la vida te será fácil ahora. Durante muchos años lo tendrás todo, nada te va a faltar y casi nada te va a costar conseguir lo que quieras. Pero a poco que cumplas veranos, catorcenas de julio; a poco que sientas cómo el jazmín y la dama de noche florecen a tu alrededor; a poco que descuentes veranos en Palomares; a poco que veas a tu padre un día al año vestido de celeste y crema; a poco que tu madre te lleve los Viernes de Dolores a revivir con ella el latido de Heliópolis; a poco que todo esto lo cuentes como "las cosas de tu propia vida", descubrirás un mundo infinito de matices grises -esa también es la vida- que quizás te hagan dudar en muchos momentos, tener que elegir en otros, llorar o mirar para otro lado. Sí, niña, esa es también la vida -tu vida-, porque los hombres así de mal la construimos. Esto no es fácil.

Cuando te llegue ese momento, mira a tu lado. Para que nada te quite el sueño, te doy ya la solución: mira a tus padres y sigue sus pasos. En él encontrarás la valentía de quien anda con la cabeza alta y mira siempre de frente a todos, menos a sus amigos, a los que nos mira con el corazón. En ella, el coraje de quien sabe que la verdad sólo tiene un camino, por angosto y espinoso que se lo pinten. Valentía y coraje, pon eso en tu vida. Y si cabe, una pizca de humor y de amor, que a ellos dos mucho les sobra.

Seas bienvenida, niña. Aquí te esperamos los que a ellos les queremos. Tanto o más te vamos a querer a ti.




No te quepa duda.

lunes, 7 de julio de 2008

ALICANTE IS DIFFERENT

O al menos lo ha sido este fin de semana. Desde el pasado viernes hasta la noche de ayer domingo, hemos celebrado con ahínco el bodorrio de José Miguel y María Isabel (ya era hora, queridos). Y salvo el calor pegajoso que nos ha acompañado durante los tres días y el “extraño” paseo marítimo de Alicante, con suelo de gresite modelo años 70, (no is different por eso) todo lo demás ha estado a pedir de boca.

Pero no son estas líneas las que van a contar todo lo que hemos hecho y lo bien que lo hemos pasado durante estos tres días. No, no es eso. Porque, además, tendría que dedicar muchas entradas de este humilde blog para contarlo. Han sido muchas sensaciones, muchas risas, muchos momentos emotivos, como para que todo quede resumido en unas líneas.

Me voy a quedar para contar aquí sólo con algo, que quizás sea lo que más nos ha llegado a mi mujer, a Cristina Navarro, a Fernando Pérez y a mí, los que desde Sevilla nos hemos desplazado para el grandioso evento en compañía de la familia Barrón, la parte contratante de la primera parte, como diría Groucho.

Desde que nos montamos el viernes por la mañana en el autobús que nos llevó hacia la ciudad levantina, todo han sido atenciones para con nosotros. Los padres de Josemi y sus hermanos, con lo que supone la boda de un hijo/hermano, nos han tratado como parte de ellos mismos, compartiendo todo cuanto tenían en iguales con el resto de su familia. Junto a esto que cuento, que no por educado deja de ser elegante, hay que añadir la perfecta preparación y la “intendencia” del viaje: he descubierto que si algún día quiero organizar algo, para que no farte de ná les llamaré a ellos, pues en el autobús no faltó absolutamente de nada. Ya me entienden, hablo de esas botellitas pequeñas rellenas de extracto de cebada y de -por ejemplo- esos manjares de carne aliñada y frita llamados chicharrones, entre otras delicatessen de nuestra tierra.

Pero no debe quedar todo en esto. Sé bien que la imagen de la Esperanza Macarena que había sobre la mesa de altar durante la ceremonia fue cosa de ellos. Aquello, en la distancia, a los que vemos en el rostro de Ella a la Madre de Dios, nos llegó muy adentro. Por eso creo que las palabras del sacerdote a los novios en la homilía vinieron muy a propósito: “reservad siempre algo del vino bueno…” Los novios seguro que reservarán algo de ese vino, que en realidad es parte de su vida. Sus padres nos lo han ofrecido sin miramientos durante estos días: nos dieron lo mejor que tenían, que es lo mejor de ellos mismos. ¿Hacía falta algo más para que todo fuera perfecto? Creo que no.

Cum laude, por tanto, para don Miguel Barrón y doña Pepi García, por su extrema delicadeza y cortesía; por su saber estar en el sitio; por su altura de miras; por tener el gesto y la palabra adecuados en cada momento; en suma, por ser como son, sin querer serlo y mucho menos parecerlo. Esa es una virtud de grandeza, reservada sólo para unos pocos. Y cum laude también para sus hijos Álvaro y Fernando -ya saben: de tal palo tal astilla, que dice en refrán- sevillanos duchos en el dominio de la lengua y los idiomas, que nos enseñaron unas pocas palabras y frases en valenciá que nos sirvieron de gran ayuda, sobre todo para pedir el desayuno. Gracias, una vez más a todos, en nombre de los que nos colamos por tres días en vuestras vidas.




Por eso para nosotros, desde ahora mismo y para siempre, Alicante is different.





Fotos:
- Plaza de la Iglesia, en Ibi (Alicante). A la derecha, la Iglesia de la Transfiguración del Señor, lugar de la ceremonia religiosa.
- Salón del Gran Casino Liceo de Alicante, donde se celebró el enlace.