
Lo más fácil, en estos momentos, es acudir a una frase ya acuñada: "una imagen vale más que mil palabras". Y este debe ser el principio de estas casi mil palabras que se resumen todas en la imagen.
Antonio Puerta nos deja varias herencias, más de las que pudiéramos esperar.
Por un lado, me gustaría saber cuántas vidas se van a salvar o mejorar con los órganos donados por su cuerpo. Órganos que provienen del cuerpo sano de un deportista -que paradoja- que seguramente ayudarán a aquellos que flaquean con los riñones, hígado, páncreas, ojos y sabe Dios cuantos más.
Por otro, su muerte restaña heridas abiertas que creo que se han cerrado en el antepalco del Sánchez Pizjuán: hombres que hasta hace bien poco tenían su relación enconada con el club nervionense y que no han dudado en acudir a la llamada de la solidaridad. Sergio Ramos puede ser el ejemplo, aunque seguro que hay más.
Y por último, la lección de humanidad que dos aficiones han dado a toda España, con sus máximos dignatarios a la cabeza. Las palabras anoche de Manuel Ruiz de Lopera en CRN Giralda me hicieron llenarme de orgullo. Orgullo de ser sevillano y sevillista, por este orden. El abrazo con José María del Nido me llena de orgullo hoy. Orgullo de ser hombre. De ser persona.
Se fue Antonio Puerta y no serán sólo los goles, las jugadas y su carácter lo que nos queda. Nos debe quedar lo que hemos visto esto días.
Que no se nos olvide nunca. Porque merece la pena.
Foto: ABC