EL MILAGRO DE LA VIRGEN
Si de algo hasta el momento estoy seguro en mi vida es que no soy rociero. Mi acercamiento a este fenómeno es cada año, simplemente, la llegada del Simpecao de Triana a su barrio, a las puertas del Templo de la O. Allí estuve anoche.
Un buen amigo, "Manolo el barba", al verme en dicho lugar, dijo en broma a los que estábamos allí juntos esperando a la carreta de Triana: “¡El milagro de la Virgen: Miguel está aquí, ha venido!”, sabiendo de sobra mi poca ascendencia a las cuestiones rocieras. Nos reímos con la ocurrencia, como todas las que él tiene, pero en el fondo llevaba algo de razón. Yo no era el protagonista de ningún milagro, pero sí lo pude ver con mis ojos. No sé si alguien más lo vio, pero como yo sí que lo pude ver, así lo cuento. Y como siempre lo comparto con ustedes.
Esta era la situación: delante de la carreta del Simpecao de Triana venía una cantidad ingente de peregrinos. Muchos de ellos eran gente joven, la mayoría, con los ojos iluminados y poco cansancio en sus rostros. Sí mucha la alegría. Contagiaban algo, no sé el qué ni porqué, ni tampoco a quién, pero sí contagiaban lo que sus ojos iban diciendo, al menos a mí.
Reconocí entre ellos a varios hijos de gente de mi quinta. Niños a los que he tenido la suerte de verlos crecer año a año y que ahora, alcanzada cierta edad, ya comienzan a imitar los sanos hábitos de sus padres. Ya comienzan a exigir SER Y SENTIRSE PEREGRINOS. Y, sin duda, cada año van a exigir un poco más: más días de camino, más tiempo de arenas, más carretas… que al fin y al cabo es más Rocío y más Virgen, que es a lo que esta gente va. Me consta. Que esos niños, ya jóvenes, pidan más es por algo. Nadie les obliga.
Allí estaban, andando delante de su carreta, limones y naranjas, espigas y uvas, cintas con la bandera de todos, bueyes, frontiles, Paloma en el techo… todo era un milagro.
Porque…
- ahora que la juventud tiene más fácil y tan a a mano el alcohol y la droga.
- ahora que vivimos en un tiempo en el que se abandonan unos valores que muchos hemos recibido y que aún estamos dispuestos a transmitir a nuestros hijos.
- ahora que vivimos en un tiempo en el que no se considera a la familia como el pilar básico de la sociedad.
- ahora que vivimos en un tiempo de constante ataque a la Iglesia y a las instituciones que bajo la misma se amparan.
- ahora que vivimos en un tiempo en el que casi da miedo decir “soy cristiano”.
- ahora que con tanto orgullo se dice que vivimos en un estado laico.
Un buen amigo, "Manolo el barba", al verme en dicho lugar, dijo en broma a los que estábamos allí juntos esperando a la carreta de Triana: “¡El milagro de la Virgen: Miguel está aquí, ha venido!”, sabiendo de sobra mi poca ascendencia a las cuestiones rocieras. Nos reímos con la ocurrencia, como todas las que él tiene, pero en el fondo llevaba algo de razón. Yo no era el protagonista de ningún milagro, pero sí lo pude ver con mis ojos. No sé si alguien más lo vio, pero como yo sí que lo pude ver, así lo cuento. Y como siempre lo comparto con ustedes.
Esta era la situación: delante de la carreta del Simpecao de Triana venía una cantidad ingente de peregrinos. Muchos de ellos eran gente joven, la mayoría, con los ojos iluminados y poco cansancio en sus rostros. Sí mucha la alegría. Contagiaban algo, no sé el qué ni porqué, ni tampoco a quién, pero sí contagiaban lo que sus ojos iban diciendo, al menos a mí.
Reconocí entre ellos a varios hijos de gente de mi quinta. Niños a los que he tenido la suerte de verlos crecer año a año y que ahora, alcanzada cierta edad, ya comienzan a imitar los sanos hábitos de sus padres. Ya comienzan a exigir SER Y SENTIRSE PEREGRINOS. Y, sin duda, cada año van a exigir un poco más: más días de camino, más tiempo de arenas, más carretas… que al fin y al cabo es más Rocío y más Virgen, que es a lo que esta gente va. Me consta. Que esos niños, ya jóvenes, pidan más es por algo. Nadie les obliga.
Allí estaban, andando delante de su carreta, limones y naranjas, espigas y uvas, cintas con la bandera de todos, bueyes, frontiles, Paloma en el techo… todo era un milagro.
Porque…
- ahora que la juventud tiene más fácil y tan a a mano el alcohol y la droga.
- ahora que vivimos en un tiempo en el que se abandonan unos valores que muchos hemos recibido y que aún estamos dispuestos a transmitir a nuestros hijos.
- ahora que vivimos en un tiempo en el que no se considera a la familia como el pilar básico de la sociedad.
- ahora que vivimos en un tiempo de constante ataque a la Iglesia y a las instituciones que bajo la misma se amparan.
- ahora que vivimos en un tiempo en el que casi da miedo decir “soy cristiano”.
- ahora que con tanto orgullo se dice que vivimos en un estado laico.
… ¿no te parece, Manolo, que el verdadero milagro de la Virgen anoche era ese?
A dos peregrinas de Triana.
Ellas saben quienes son.
La Virgen también.
10 comentarios:
Precioso Miguel. Estoy contigo en que el verdadero milagro pudo ser el que relatas. Soy un gran defensor de la gente joven, y sobre todo aquéllos chavales que estudian o tabajan, son responsables, muchos deciden ser Cristianos, cofrades, Rocieros incluso, y sobre todo saben pasárselo muy bien. Preciosa entrada Miguel. Gracias por relatarnos este milagro.
Miguel eres un genio. Una entrada preciosa y sentida, pero sobre todo, una entrada cargada de verdad.
Enhorabuena.
Un fuerte abrazo.
P.D. Yo tampoco soy rociero, pero sé que hay mucha gente que va que lo siente y se emociona, porque va a rezarle a la Virgen.
Es que tiene arte.
Bueno, el segundo milagro es que todo salga bien porque esos niños volando entre las cabeza, ese palio a "dos ruedas", en fin, Rocío, Rocío, Rocío, Pastora, Pastora, Pastora...
Saludos
Antonio
Se puede decir más alto, pero no más claro.
Siempre pensé que nuestra ciudad tiene mucho ganado con sus hermandades (en este caso concreto rocieras, pero de cualquier tipo). En tiempos como los que vivimos constituyen una forma de acercarse a lo que, como bien comentas, "no está de moda" para algunos.
Que sentimiento, Miguel. Así es. Gente joven de Hermandades de gloria o de penitencia, que NO se averguenzan de ser cómo son, ni de demostrar en que creen. Eso es algo que no debería de perderse.
Enhorabuena por tu entrada. Genial.
Un abrazo.
Muchas gracias a todos por la prticipación. Creo que es un sentimiento -y una preocupación- que muchos compartimos.
Gran verdá la que dices Migué, eso es asín, hay muchos jóvenes comprometidos con las hermandades, que todo no va a ser litrona y porros miarma...
Me uno a las felicitaciones por la entrada.
Desde mi punto de vista, lo importante es que la gente, sea de la edad que sea, tenga valores; familia, devoción, creencias...los que sean. En el momento que se pierden éstos comienzan los problemas, y desgraciadamente hoy en día hay mucha gente en esta situación.
Saludos
Aunque esté de acuerdo en algunas cosas que apuntas, me ha chocado la identificación que hacéis casi todos entre joven+crisitano= valores=buenas personas= "milagro".
Puedo afirmar sin nigún temor que soy cristiana (aunque dura crítica a la vez), soy hermana de una Cofradía y de una Hermandad rociera. Lo digo porque las aformaciones que ahora haré las hago desde el conocimiento del tema.
Muchos de esos jóvenes que todos habéis alabado serán así: con valores, principios, educación y con las cabezas bien amuebladas (como dice mi madre). Otros, en esa misma situación, tienen poca educación, pocos valores y las cabezas hechas misto y dan menos ejemplo que otros jóvenes que conozco que no son creyentes y que, por tanto, no manifienstan fe alguna.
Me parece un error identificar principios y valores con ser cristanos. De hecho conozco a gente que se declaran agnósticos que son mejores "crisitanos" que otos que manifiestan sus creencias de cara al público y se comportan como auténticos miserables.
Un saludo.
Enhorabuena por este texto, Miguel. Dices que no, pero me parece que con esta entrada te consagras como rociero; de otra forma, pero rociero.
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