LOS INFORMATIVOS DE HOY
Hoy los informativos de la tele tienen todos la misma primera noticia: salvo una catástrofe natural, un atentado de ETA o la dimisión de un ministro, veremos hoy a unos niños llorando porque es su primer día de colegio.
¿Hay algo más dulce que el llanto de un niño en su primer día de colegio?
Porque este llanto lo que significa es que añora el calor del hogar, los mimos de su madre, el juego con sus hermanos.
No es llanto de dolor, aunque en el fuero interno del niño así lo pueda significar. A esto hay que añadir que su asistencia al colegio es un bien que buscan sus padres. Por eso, esos llantos que veremos hoy en la tele no nos deben apenar. Y profundizando un poco más, seguro que son llantos de no más de unos minutos. En cuanto entren en el aula y se vean con más niños, con juegos, con profesionales de la educación acostumbrados a estos trances, seguro que se les pasa.
Hoy recuerdo mi primer día de colegio, en el patio de cemento (así se llamaba) del Colegio de los Escolapios, en la Plaza Ponce de León. También lloré, aunque en honor a la verdad, bastante poco. Por eso digo lo que digo. El único "incidente a destacar" es que volví a casa con el bocadillo (aún comíamos bocadillos y no porquerías envasadas) que me había preparado mi madre para el desayuno: se me olvidó comérmelo.
Hoy, como cada año tal día como hoy, recuerdo aquel colegio, aquel edificio que si bien existe todavía, no responde a lo que tengo grabado en la memoria. Por un momento me gustaría poder pasear por las galerías y patios de aquel centro. Y seguro que a muchos de los que allí estudiamos nos gustaría porder visitar esos lugares que ya no existen, con sus nombres tan característicos: el patio de cemento, el de arena, el de la Virgen, la escalera principal que conducía a primaria, el patio de las flores, la entrada de la calle Matahacas, el patio de las columnas, el comedor, la Capilla de la primera planta, el teatro…
Dios, ¡que de tiempo ha pasado!
¿Hay algo más dulce que el llanto de un niño en su primer día de colegio?
Porque este llanto lo que significa es que añora el calor del hogar, los mimos de su madre, el juego con sus hermanos.
No es llanto de dolor, aunque en el fuero interno del niño así lo pueda significar. A esto hay que añadir que su asistencia al colegio es un bien que buscan sus padres. Por eso, esos llantos que veremos hoy en la tele no nos deben apenar. Y profundizando un poco más, seguro que son llantos de no más de unos minutos. En cuanto entren en el aula y se vean con más niños, con juegos, con profesionales de la educación acostumbrados a estos trances, seguro que se les pasa.
Hoy recuerdo mi primer día de colegio, en el patio de cemento (así se llamaba) del Colegio de los Escolapios, en la Plaza Ponce de León. También lloré, aunque en honor a la verdad, bastante poco. Por eso digo lo que digo. El único "incidente a destacar" es que volví a casa con el bocadillo (aún comíamos bocadillos y no porquerías envasadas) que me había preparado mi madre para el desayuno: se me olvidó comérmelo.
Hoy, como cada año tal día como hoy, recuerdo aquel colegio, aquel edificio que si bien existe todavía, no responde a lo que tengo grabado en la memoria. Por un momento me gustaría poder pasear por las galerías y patios de aquel centro. Y seguro que a muchos de los que allí estudiamos nos gustaría porder visitar esos lugares que ya no existen, con sus nombres tan característicos: el patio de cemento, el de arena, el de la Virgen, la escalera principal que conducía a primaria, el patio de las flores, la entrada de la calle Matahacas, el patio de las columnas, el comedor, la Capilla de la primera planta, el teatro…
Dios, ¡que de tiempo ha pasado!
PD.: Muchas gracias a todos por los mensajes de aliento del post anterior.
4 comentarios:
La primera vez que un niño entra al cole suele ser complicada. Luego se da cuenta que es un mundo donde conocerá a sus amig@s, y compartirá con ell@s experiencias y momentos en los muchos de los años que siguen.
En la guardería no pude entrar, pero en Parvulito, después de un primer día dubitativo, no me fue mal. Luego se coge carrerilla... y ahora echo de menos la Universidad.
Un fuerte abrazo.
P.D. No tienes por qué dar las gracias amigo, pues aquí estaremos para leerte, apoyarte y animarte.
..., la entrada de la calle Matahacas, el patio de las columnas, el comedor, la Capilla de la primera planta, el teatro…
... Y al final del patio: el Padre Eloy; alias El Almendrito. Y en la clase, don Fernando Armenta y sus batallas de sus tiempos de héroe (Guerra Civil) como él decía; o D. José, el profesor de dibujo: un gran artista...
... del cristal (Ya me entienden); o D. Luis Portillo, que lo mismo te daba "una bofetada" que "Una gofetá", dependía del día; o D. Ramón, o el inefable Padre Blás y sus latinazgos.
Se que algunos de ellos ya no están fisicamente entre nosotros, pero siempre estarán en nuestros corazones.
Yo lo vivo todavía, sobre todo cuando toca forrar libros y clasificar plastilina, témperas, etc...
Aunque mi hijo mayor ya se autoabastece y no me deja disfrutar de ese placer por partida doble.
Para lo que ha quedado esa casa, para pagar un tranvía, je, je
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