lunes, 7 de enero de 2008

YA VIENE

He recibido este año a través de sms una felicitación de Navidad que, aunque pueda parecer irreverente, encierra un sentimiento que muchos compartimos. El emisor de la misma, me consta porque le conozco hace años, no quiso con ella faltar el respeto a nada, a nadie y mucho menos a ningún sentimiento. El breve texto decía así:
“Ya que ha nacido, es hora de pensar en crucificarlo, que es como a nosotros nos gusta verlo”.
Como comprenderán, al muchacho en cuestión le gusta tanto la Semana Santa como a mí y a muchos de ustedes.
Lo cierto es que la Semana Santa la tenemos prácticamente encima este año. El 16 de marzo –por fin- de nuevo la rampa del Salvador volverá a hacer las delicias de pequeños (sobre todo) y mayores y nos mostrará con un sol radiante –así lo esperamos- a una borriquilla llevando en sus lomos al Hijo de Dios. La rampa del Salvador es la medida que nos iguala a todos.
A partir de hoy que escribo esto, serán 67 días los que nos falten para la Gloria. La mismísima Gloria. Es tiempo de vísperas y de disfrute, pero también de reflexión.
Nuestras Hermandades y Cofradías nos ofrecerán durante este periodo numerosas ocasiones y momentos para encontrarnos con Aquel que después veremos por las calles ante los impresionantes misterios que la ciudad nos presenta, o con una cruz a cuestas, o crucificado y muerto… de mil maneras para entenderle a Él y a su mensaje. No nos quedemos sólo en la estética, porque entonces nada de esto habrá servido para algo.
En este tiempo en el que casi da miedo decir públicamente que somo seguidores de Cristo, no podemos ni debemos quedarnos en ese espectáculo público de siete días, ni en el colorido de unas túnicas, ni en el esfuerzo costalero bajo la trabajadera, ni en el barroquismo de nuestras formas, ni en la flor, ni en la cera, ni en la música.... Hay algo más, que es donde hay que llegar. Hay un mensaje que tenemos que proclamar a los cuatro vientos. Porque sin esto, insisto, nada habrá servido. Estamos llamados a ser actores de la nueva evangelización, aquella que tanto proclamó Juan Pablo II. El mensaje sigue sirviendo hoy y sigue estando vivo. Y nuestro compromiso es transmitirlo.
Quiero no desperdiciar este tiempo. Quiero encontrarme con Él antes de que Él venga a encontrarse conmigo. Es necesario que el tiempo de vísperas, los cuarenta días que nos separan del momento en el que hagamos de la calle la casa de todos, sea aprovechado como un tiempo de reflexión y como una nueva cuaresma renovada. Que no venga a vernos y nos encuentre sin la preparación que nuestro corazón, nuestra alma, nuestro espíritu -llámenlo como quieran- debe tener. Que no digan de nosotros que hacemos el gran teatro del mundo con los pasos en la calle. Que se sepa que no paseamos a un Dios muerto, sino a un Cristo Vivo. Más vivo que nunca. Y que siempre está a nuestro lado.
Ya viene, ya se le presiente. Recibámosle como sólo Él se merece.




Y para la MADRE, flores. Azahar, mucho azahar.

8 comentarios:

el aguaó dijo...

Ya estamos en vísperas amigo. Este año, vísperas muy tempranas.

Un abrazo.

Híspalis dijo...

Me laegra mucho que se hable ya de S.Santa y sobre todo de la forma que lo haces. Tienes razón, no debemos quedarnos en la estética. Un fuerte abrazo y ya queda menos para que la primera entre en Campana.

orfila dijo...

Esta entrada huele a Gloria. Y ya se ven a lo lejos los ciriales.

Un abrazo.

bogar dijo...

La mejor forma de defender nuestra Semana Santa es poner en practica el mensaje de El Niño que acaba de nacer y que nunca nos dé miedo de decir publicamente que este mensaje sigue vivo,le pese a quien le pese.Ahora,como bien dices que no nos quedemos en lo externo y nos metamos a fondo en los problemas de nuestra sociedad y afrontarlos a traves de las enseñanzas de Cristo.Saludos y no es que cada vez quede menos es que no queda "ná".

del porvenir dijo...

Que lastima los del otro día Miguel, que desastre

M. Andréu dijo...

Del porvenir: ????

del porvenir dijo...

La Cabalgata Miguel, la Cabalgata

M. Andréu dijo...

Del Porvenir, me he resistido a escribir sobre la Cabalgata, porque nadie pensara lo que no debe pero... ¡qué buenos tiempos los que pasaron!