viernes, 8 de febrero de 2008

75 AÑOS

Siempre es digno de respeto y también de admiración el que una persona lleve 75 años en una entidad, fiel a sus normas y principios, siendo parte activa de la misma y sintiéndose orgulloso de pertenecer a ella. Hoy día, encontrar a personas así se me antoja harto difícil. Aún quedan viejos especímenes, a los cuales les daría la mayor de las categorías que la Unesco u organismo internacional similar me permitiera. Pero seguro que no la aceptarían, prefiriendo seguir en el anonimato, como la persona a quien van dirigidas, con cariño, mucho cariño, estas líneas.
Por estar en las fechas que estamos, ustedes que esto leen ya imaginarán que voy a hablar de alguien que cumple toda esta cantidad de años en una Hermandad. Pues bien, han acertado. Pero lo que no van a saber es el nombre. Digamos el pecado, no el pecador. Le quitaríamos el encanto a estas líneas y a él, seguro, no le gustaría nada.
Discúlpenme por hablar de alguien a quien la mayoría de ustedes quizás ni conozcan y permítanme, una vez más, que este blog sea un poco egoísta, por contar cosas sólo mías.


Me tocó conocerlo hace unos años, poco después de conocer a la que hoy es mi mujer. También conocí a los suyos: su esposa, su hija, su yerno y sus nietos. Hay extraños lazos entre todos nosotros, su familia y la mía, que no sé explicar bien: ni por qué llegaron ni por qué se mantienen ni por qué se estrechan. Pero como las meigas, haberlos, haylos.
Es un hombre prudente, que me produce respeto, pero respeto de ese sano que tenemos por aquellas personas de las que sabemos que podemos aprender y que también sabemos (y esto es importante) que siempre estarán ahí. También me produce acercamiento y confianza. Y ganas de oírlo, cuando me cuenta cosas.
Junto a esto, también veo que se porta bien con aquellos a los que yo tengo cerca. Que los quiere, vamos. Y que, a pesar de su edad, mantiene un buen puñado de ideas muy claras, que me producen cierta envidia.
Eso sí, es “pelín” nervioso. Viene algunas veces a verme a mi trabajo y antes de decirme hola ya me ha dicho adiós “por no molestar”. Ni un duro me he gastado en café con él, no me da tiempo: su visita tan sólo me cuesta, a veces, un cigarro. Bueno solo medio cigarro, que es lo que me da tiempo a fumar porque se va corriendo. Y eso que está jubilado y no tiene nada que hacer, aparentemente.
Sabe de cofradías y mucho. Y de Triana más todavía. Le encanta controlar los horarios cuando estamos en la Avenida viendo las procesiones en Semana Santa. Y se indigna con los retrasos. Los que le conocemos nos reímos cariñosamente con esto. El día que tenga dinero le regalaré un reloj.
Puede presumir de apellido, pero no lo hace. También puede presumir de manigueta y de número y nunca le escuché un comentario a estos respectos. Esto me dice mucho de él.
El domingo, Dios mediante, en la comida de su hermandad, le reconocerán sus primeros setenta y cinco años de fidelidad, a él, sólo a él. Fidelidad a la letra más redonda del abecedario, a la calle con nombre de comunidad autónoma. Me gustaría estar allí, pero mis obligaciones en la Puerta de Carmona me lo impiden. Él y los suyos lo saben y me perdonarán la falta.
Por eso, estas torpes líneas son nuestro abrazo sincero, el que mi mujer y yo no le podremos dar el domingo.
Un abrazo por un merecido premio, que lo sentimos como si se lo dieran a uno de los nuestros.

Pero… ¿acaso tú no eres UNO DE LOS NUESTROS?




P.D.: El lunes seguro que nos veremos en el Vía Crucis del Buen Fin. Te dejo que nos invites a unos tintos con unas tortillitas de camarones. Pero encárgate tú de eso, que tu amigo nos las quiere dar crudas…

7 comentarios:

La gata Roma dijo...

No me parece egoísta que te dediques a hablar de personas que para ti son importantes, y menos si lo haces así. Yo más o menos tengo idea de por dónde van los tiros, ya que durante una Semana todos somos vecinos. De todas formas, si me lo permites, con todo el cariño y respeto, te diré que en lo que he leido veo reflejos, matices que en cierto modo me recuerdan a ti. Quien sabe, tal vez en un futuro, cuando tu hagas tus 75 años, en una blogosfera futurista, yo te dedique a ti una entrada así.
Un abrazo para ti y la mujer que con preciosos apellidos acostumbra a pasear embozada por el caos.

P.S. Tal vez, en esa celebración de tus 75 años, nos riamos de cosas que queden lejanas, mientras que hoy en día están demasiado cerca y no nos permiten reír tanto.

Híspalis dijo...

Maravilloso amigo Miguel. Creo que lo tuyo son los homenajes. Si algún día Dios quiere concederme alguno por favor: ¡que te llamen! y así me escribes algunas líneas...

Seguro que este buen hombre se siente más que orgulloso de tenerte cerca. Felicidades por esta entrada, digna de una gran persona, como tú lo eres.

Un abrazo amigo Miguel.

Híspalis dijo...

Pásate por mi blog para recoger un pequeño detalle. Gracias y un abrazo.

Reyes dijo...

Todo un hermoso detalle.
El homenajeado estará orgulloso de tener a su alrededor alguien como tú, capaz de escribir algo tan emotivo.

el aguaó dijo...

Tu amigo es muy afortunado querido Miguel. Tus letras constituyen uno de los mejores regalos que se puedan otorgar.

Enhorabuena Miguel, a ti y a tu amigo.

Un abrazo.

del porvenir dijo...

Miguel, Pepe hacía los 75 y mi madre y... la cuñada de Pepe los 50. Casualidades

ANDRÉS dijo...

Ante todo muchas Felicidades por tu blog!, me parece genial, fantástico, extraordinario. Me seguiré pasando porque cuentas cosas muy curiosas y al ser también un blog tan sevillanoooo!

Un saludo de un jerezano que frecuentara más estos lares.