miércoles, 11 de marzo de 2009

Y TODO POR UNA FOTO

Hoy hace 5 años de la mañana en la cual la muerte se paseó blandiendo su afilada guadaña por las vías del tren de la Capital de España. El día en el que Al Qaeda cobro su venganza anunciada por Osama Bin Laden, por nuestra participación (no colectiva, sino por la decisión de unos pocos) en la ofensiva conjunta con Estados Unidos y el Reino Unido en Afganistán e Irak.

Se trató del mayor atentado cometido en nuestro suelo hasta la fecha, con 10 explosiones casi simultáneas en cuatro trenes a la hora punta de la mañana (entre las 07.36 y las 07.40). Más tarde, tras un intento de desactivación, la policía detonó de forma controlada, dos artefactos que no habían estallado, así como desactivó un tercero que permitió, gracias a su contenido, iniciar las primeras pesquisas que conducirían a la identificación de los autores.

Fallecieron 191 personas, y 1.858 ciudadanos resultaron heridos, algunos con lesiones irreversibles hasta la fecha.

Los ataques se produjeron dos años y medio (911 días) después de los atentados del 11 de septiembre (9/11). Este hecho ha sido señalado por algunos como indicador de la responsabilidad yihadista, algo que a nuestros sesudos gobernantes del momento ni se les pasó por la cabeza.

Junto a todo esto, también fue el día del engaño colectivo, en el que un gobierno quiso secuestrar la verdad. Quizás sea el único día de mi vida en el que le presté atención y seriedad a unas palabras de Arnaldo Otegui, a muy temprana hora aún, cuando comenzaba a desmarcar (o a desmarcarse) de la autoría de ETA en el atentado. A todas luces, para muchos de los que contemplábamos la escena de lejos, vimos que aquello era mucho arroz para tan poco pollo, en relación a la posible autoría de ETA. Aunque también se nos pasó por la cabeza que se les hubiera ido un poco la mano. Y digo "se nos pasó", porque el 11-M tuve que hacer algo que nunca en mi vida profesional, hasta ese momento, había hecho: suspender una rueda de prensa-desayuno de trabajo por falta de periodistas asistentes. Y les digo que los ponentes eran los números 1 y 2 por Sevilla en la lista del Congreso de los Diputados del entonces primer partido de la oposición, para las elecciones del domingo. En lugar de la comparecencia, tomamos el desayuno -que no perdonamos- e hicimos un somero análisis de lo sucedido. Todos coincidimos: aquello no era obra de los terroristas vascos.

Si recuerdan, el ambiente en ese día y los posteriores hasta el domingo 14, domingo de elecciones, se le complicó al Gobierno de forma estrepitosa. La cadena SER, a la que estuve enganchado tdo el fin de semana, se adelantaba a las versiones oficiales del Ministro Acebes (no preguntemos cómo ni por qué), y poco a poco comenzaron a oírse advertencias del engaño al que estábamos sometidos. Porque de hecho el Ministerio del Interior hasta la misma tarde-noche del sábado 13, no comenzó a reconocer la participación y autoría islamista en los hechos, si bien la furgoneta con la cinta de audio con versículos del Corán se encontró en la misma mañana del jueves. Inexplicable. Tal como dice un simpático presentador de televisión, aquello era todo "muy desconcertante".

Creo que el 11-M dejó, a costa de una ristra de muertos y heidos de por vida, una lección a todos los políticos que no olvidarán nunca: la gente no es tonta y no se les engaña con tanta facilidad. La coyuntura era muy difícil, con un atentado a tan sólo dos días de unas elecciones generales. Y la postura del partido del Gobierno, el Partido Popular, era quizás la más difícil de todas: si mentían, la verdad les podía estallar en la cara, como así fue; y si decían la verdad, perdían las elecciones por el rechazo generalizado que se había producido en el país a nuestra participación en la guerra y la lógica deducción de que el atentado era la factura que había que pagar por la foto de las Azores.

Tampoco fueron de recibo aquellas manifestaciones "espontáneas" a las puertas de muchas sedes del PP. Como tampoco el vilipendio al que se vieron sometidos algunos miltantes de base de este partido, entre los que tengo a buenos amigos. A uno de ellos, en una casa de hermandad le llamaron "asesino" en su cara.

Mentir, como hizo el PP, no fue nunca bueno y menos a la opinión pública. Y reaccionar de manera violenta frente a la violencia tampoco. El terrorismo es siempre malo, venga de donde venga, lo practique quien lo practique: el norte o el oriente.

Ahora, al cabo de cinco años, me quedo con dos frases de aquellos días. La pronunciada por el entonces líder de la oposición, José Luis Rodríguez Zapatero, que decía: "Creo que la inmensa mayoría de la sociedad lo que está es con las víctimas, con las familias y en contra de cualquier tipo de terrorismo" y la del entonces vicepresidente primero del Gobierno, Rodrigo Rato: "Contra el terrorismo. El terrorismo es todo igual". Mismo mensaje para dos conceptos completamente distintos de hacer política.



Claro que ninguno de los dos salía en la foto.



3 comentarios:

Unknown dijo...

Fue tremendo ese momento. Pero personalmente lo sufrí mas, o mas bien se disipó el dolor colectivo en mi caso porque esa misma mañana me había despertado con la muerte en accidente de coche un amigo de la infancia.

Sin duda, uno de los días mas tristes que recuerdo en todos los sentidos...

Totalmente de acuerdo por otra parte en tu reflexión, el terrorismo es malo venga por donde venga. A esto añadiría con tu permiso otro matiz: "Sesgar la vida de alguien es malo". No hay derecho a quitarle a nadie la vida, llámese terrotista, conductor borracho o simplemente asesino.

Saludos.

Antonio dijo...

Recuerdo aquella mañana como llena de angustia, una angustia que daba la distancia y el anonimato. Sufrí mucho con ellos, me recordó a otra mañana también en el trabajo con un silencio en lutado, cuando mataron a Ernest Lluc o en la madrugada que dieron la noticia del asesinato de nuestros paisanos concejales.

Ojalá algun día nos libremos de tanto hijo de puta, asesino y encubridor.

Gracias por la entrada que nos recuerda que el paso del tiempo está ahí pero el dolor queda.

Antonio

Francisco Narbona dijo...

Tu los has dicho Miguel: ni soy tonto ni se me engaña con facilidad.
La verdad de lo que paso esa mañana, de momento, solo la conocen los muertos, por desgracia. Para mi, todavia no vale ya.