HIPOTECADOS

De nuevo ha vuelto a subir el euribor. El índice de referencia de las hipotecas se sitúa en el 4,25%, un aumento de 1,03% con lo que respecta a abril del pasado año. La diferencia significa que para una hipoteca media de 150.146 euros, a un plazo de 25 años y con un diferencial de 0,50 puntos -según los datos del Instituto Nacional de Estadística-, la cuota mensual subiría en algo más de 80 euros y la anual en unos mil euros.
Hace meses era una noticia que a mi me preocupaba mucho. Ahora, no sé por qué, la escucho y es tan normal en un informativo cualquiera llegado el fin de mes. Como los datos de los tristes accidentes de tráfico después de un puente de vacaciones o la habitual imagen en septiembre de los llantos de los niños en su primer día de cole.
Yo soy uno de los tantos hipotecados de este país. Les aseguro que mis ingresos no han subido de esta manera desde abril del año pasado. Tampoco los metros de mi vivienda han estirado como para tener que afrontar esta subida: sigo viviendo en los mismos 80 metros de hace ¿cuántos años?
Mi destino, al igual que el de muchos, es seguir hipotecado de por vida. Agua y ajo. Y dando gracias al cielo que hubo un día, hace mucho tiempo ya, que tuve la posibilidad de adquirir esta vivienda, porque si me coge veinte años después –o sea, ahora- lo hubiera tenido más negro.
Escucho al Ministro Solbes hablar de la buena marcha de la economía española. Escucho incluso hace unos días al propio Rodrigo Rato opinar sobre las bondades del asunto económico español. Pero a mí –y a usted- esto no nos parece igual.
Yo sí sé lo que vale un café. Incluso con tostada. También sé cuánto cuesta la cesta de la compra, las reparaciones del coche, la ropa e incluso (¿por qué no?) la cerveza con tapa en la calle o un regalo para mi mujer el día de su santo. Me avergüenzo, por tanto, de que existan pensiones de 300 euros al mes.



No me llamo José Luis ni Mariano. Y por supuesto no gano un millón de pesetas al mes. He ahí la diferencia.