lunes, 10 de diciembre de 2007

LOS OCHO MESES DE IGNACIO

Cuando Ignacio nació, después de unos días de espera en el Hospital, todos nos preocupamos mucho: sus padres, sus abuelos, mi mujer y yo que somos sus padrinos, el resto de su familia, los amigos... Le visitábamos y veíamos a través de un cristal en el infantil de García Morato, (bueno, Virgen del Rocío). Así estuvimos varios días, pero como tengo la capacidad de archivar en un lugar muy hondo de mi disco duro este tipo de cosas, ya casi ni me acuerdo.
Ignacio es hoy día, después de cinco años, un ser extraordinario, más listo que el hambre, rápido de reflejos cuando ha hecho alguna travesura, guapo a rabiar, gracioso como él solo -sobre todo también en los momentos que se le debe reñir por hacer algo que no debe- y cariñoso con los que tiene a su alrededor. En suma, es un niño normal y corriente, por mucho que sea el ojito derecho de mi mujer y mío. Pero, insisto, fríamente es un niño normal, como cualquiera, desde el día en que nació.
Ignacio ha ido creciendo al ritmo que la vida le ha marcado, hablando cada día más, comiendo cada día mejor y más cosas… lo normal. En estos días ya casi empieza a leer. Otro paso más.
Ignacio se comporta como un niño de su edad, juega con los juguetes de los niños de cinco años y tiene las ocurrencias propias de esa fase de la vida. Lleva el Martes Santo una varita y reparte caramelos, como todos los niños. Se empacha, se cae y se hace daño en las rodillas, se resfría cada invierno y el pelo se le pone más rubio cada verano en la playa.
¿Saben por qué nos preocupamos tanto cuando nació? Porque Ignacio, ese Ignacio que desde el primer segundo de vida hace cinco años era un niño, nació a los ocho meses de la gestación. Pero su vida ha sido normal y corriente, como la de cualquiera. Y así lo seguirá siendo.



Quien quiera entenderlo que lo entienda. Quien no lo entienda, que pregunte en Barcelona por la Clínica Gimenedex.

5 comentarios:

Reyes dijo...

Maravilloso relato amigo, no pude evitar sentir un escalofrío cuando oí la noticia, porque yo soy de las que piensan que en el aborto cada una es libre de hacer lo que quiera, pero... 8 meses ya es un niño completo, me parece increible.
En el embarazo de mi hijo el mayor, cuando estaba de ocho meses, recuerdo que tuve una discusión fuerte con alguien, mas que discusión fue una gran decepción que la acompañó mucha tristeza.
Mi vientre se endurecía, y estoy segura de que él sentía la misma tristeza que yo.
Un beso muy fuerte a Ignacio y otro para tí.

Anónimo dijo...

Para los que somos padres es fácil de comprender lo que dices. Para los que no lo son, si no lo entienden o son unos ignorantes o, simplemente, tienen mentalidad de asesinos. Gracias por querer tanto a mi Ignacio.

plazalianza dijo...

Que libertad más mla entendida esa de la que hablan ahí arriba.
Un abrazo Miguel

bogar dijo...

He esperado varios dias para hacer el comentario,asi que voy a seguir ejerciendo de pesimista.
Solo 4 comentarios con el mio,la gente está por otros lugares,vease futbol,pintadas etc...la vida de las personas nacidas o por nacer igual nos pilla muy lejos.Saludos y estoy contigo

Híspalis dijo...

Magnífico final. Cuánta razón tienes. Un fuerte abrazo.