MEA CULPA

Nuestra ciudad es un caos en algunas cosas. Otras se hacen bien. Pero hay que admitir que los conductores aparcan en la mayoría de las ocasiones como le viene en gana.
A mi me pasaba esto hasta hace unos días. Le daba poca importancia a que alguna de las ruedas de mi coche quedara "algo" montada en una acera, pisando un paso de peatones o bien sobre esos desniveles de las esquinas propios para las sillas de ruedas o los carritos de los niños.
Siempre pensaba que específicamente, en ese lugar donde está aparcado mi coche, no iba a pasar precisamente un minusválido o una señora con un carrito. Pero nunca se sabe.
Existen calles en nuestra ciudad cuyas aceras son mínimas, están pegadas completamente a la pared, espacios por los que casi no caben dos personas. Y si a eso le añadimos la falta de pavimento, los baches o las cacas de los perros, el camino algunas veces es impracticable para aquellos que no gozan de una movilidad adecuada.
Mi padre hace unos meses que va en silla de ruedas. La zona en la que vive es magnífica para pasear con él, llena de zonas verdes y muchos metros de acera y zonas peatonales. Pero hace unos días, cuando salimos de la celebración de la boda de su nieto (mi sobrino como comprenderán) en el Hotel Los Lebreros, le llevé hasta donde estaba mi coche. Fue un auténtico calvario: coches aparcados en calles estrechas que no me permitían maniobrar bien la silla de ruedas; baches y escalones que tenía que salvar como bien podía; esquinas que tenía que evitar saliéndome a la calzada, con el consiguiente peligro de la velocidad y poca paciencia de los coches; en resumen, como ya he dicho, un calvario.
Prometo desde aquí ser más consecuente con este tipo de cosas y, por ejemplo, aparcar mi vehículo sólo donde esté permitido y de forma que no moleste. También quiero, desde aquí, hacer un llamamiento para que todos los conductores seamos más comprensivos cuando en una calle estrecha veamos a una persona en silla de ruedas, a una señora (o un señor) con un carrito de niño, a alguien con muletas, etc. La prisa, esa que todos llevamos cada día, mejor no la metemos en el bolsillo.
Sé que puede sonar a egoísmo, que ahora que lo he padecido en mis propias carnes quiera convertirme en el defensor de una ciudad sin barreras. Pero creo, si me lo permiten en mi descargo, que nunca es tarde si la dicha es buena.
Les aseguro que este comentario no tiene nada que ver con las elecciones, aunque trate sobre algo de la ciudad. Ni con ningún político, ni partido, ni signo, ni color.
Pero también sería bueno que lo leyeran y pusieran remedio a esto.